Immortals Fenyx Rising

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Immortals Fenyx Rising

Immortals Fenyx Rising : ExploraciĆ³n, puzles, y acciĆ³n a base de poderes y espadazos, se dan la mano en uno de esos juegos que apetecen mĆ”s de lo que dirĆ­as a simple vista.

Uno de esos mundos cartoon en los que da gusto perderse para encontrar secretos y cuya historia, bastante mƔs centrada en el humor de lo que podrƭa parecer por la habitual Ʃpica de Ubisoft, promete hacer las delicias de grandes y pequeƱos.

Una aventura mucho mƔs desenfadada

La gran baza de Immortals: Fenyx Rising es abandonar cualquier atisbo del ā€œrealismoā€ (me faltan comillas) al que apunta un Assassinā€™s Creed y conseguir con ello que todo sea mĆ”s Ć”gil y espectacular.

Desde los combates, que tan pronto invocan una lluvia de flechas sobre el enemigo como crean un inmenso mazo con el que reducir a grandes grupos, hasta la navegaciĆ³n, que te permite planear de una zona a otra para ir mĆ”s rĆ”pido e invocar un caballo cuando llegues al suelo para seguir la marcha.

La sensaciĆ³n general es la de querer ser un juego mĆ”s accesible, especialmente con la idea de los chiquillos en mente, pero lejos de ser un paseo tambiĆ©n sabe ponerte contra las cuerdas.

No lo harĆ” en el combate, al menos por lo visto hasta ahora, pero sĆ­ con una ingente cantidad de puzles que se encuentran repartidos por el escenario y ceden hueco a nuevas mejoras y armas.

ExploraciĆ³n, desafĆ­os y una buena dosis de humor

Estamos en el Olimpo, donde uno de los titanes ha puesto todo patas arriba y le ha robado el poder a Zeus.

A los mandos tenemos a Fenyx, la Ćŗltima esperanza de las deidades grecoromanas, que deberĆ” recuperar los poderes de los dioses y utilizarlos para seguir avanzando en su lucha por restaurar la paz.

Sin embargo, mĆ”s allĆ” de lo flojete de una trama que no apunta a grandes revelaciones inesperadas, lo que mĆ”s me ha sorprendido es el tono que se le da a la narraciĆ³n.

Con Zeus actuando de maestro de ceremonias, las coƱas y los mensajes destinados a romper la cuarta pared son constantes, y tan pronto se estĆ” mofando de lo predecible de la historia como clamando al cielo por no tener a mano un botĆ³n para saltar la cinemĆ”tica.